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Lectura Bíblica: Salmo 102

Versículo destacado: “Mas tú, Yahweh, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación” Salmos 102:12

Tema: El gran YO SOY.

Comentario: En la Biblia, Dios se nos revela con nombres simples y con nombres compuestos. Estos últimos formados a través de agregados a los nombres básicos o simples. Los nombres simples son: “El” que significa “Dios”, “Adonaí” que significa “Señor” y “Yahweh” que significa fundamentalmente el que es autoexistente. Este último es el nombre más común de Dios. Aparece 6823 veces en la Biblia.

Cuando Dios se apareció a Moisés llamándolo desde una zarza ardiente se reveló de una manera especial. En el libro bíblico de Éxodo capítulo 15 versículos 13 al 15, leemos la historia: Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Yahweh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”. A partir de ese momento, Dios será conocido por Israel como Yahweh, el Dios que les trae libertad, el Dios que los sacará del yugo de Egipto y los llevará a una relación de pacto con él. Israel se convertirá en el pueblo de Yahweh, el gran “Yo soy”, el Dios autoexistente.

Es interesante notar que, en el texto hebreo, la palabra con la que se revela Dios es YHWH. Una palabra de cuatro letras que, técnicamente, se denomina el “tetragrámaton” (del griego “cuatro letras”). Originalmente, si bien esta palabra constaba sólo de consonantes se podía pronunciar correctamente, ya que los lectores al llegar al vocablo insertaban las vocales correctas en el lugar apropiado y así expresaban la palabra con total exactitud. Por respeto al nombre del Dios santo, los judíos dejaron de pronunciar el tetragrámaton y al llegar a esta palabra cuando leían la reemplazaban automáticamente por la palabra “Adonai” que significa Señor. De hecho, escribían debajo del texto bíblico las vocales de Adonai, para recordar que debían pronunciar esta palabra en vez de usar el tetragrámaton. Esto llevó a que, con el tiempo, la pronunciación exacta del tetragrámaton YHWH se perdiera. Hoy, nadie sabe, a ciencia cierta, cuál era la pronunciación exacta ni con qué vocales debe escribirse este nombre de Dios. Distintos eruditos han expresado diversas posibilidades sugiriendo las siguientes variantes: “Yawhew”, “Yavé” (castellanizado), “Yehovah” o “Jehová”. En realidad, la palabra “Jehová” que es la más popularizada para traducir el tetragramatón es una invención más moderna producida por un traductor alemán del siglo XVI. Él observó que en los manuscritos hebreos antiguos que estaba traduciendo aparecía debajo del tetragrámaton YHWH las vocales de Adonai. Así que, al traducir, intercaló las vocales de Adonai en las cuatro consonantes del tetragrámaton. De esta manera, surgió la palabra “Yahovah” de donde luego se naturalizó como “Jehová” y así llegó, a través, de las Biblias modernas como la Reina Valera, hasta nuestros días. En la Biblia, el nombre Yahweh también aparece en forma abreviada como “Yah” o “Jah”.

Si bien se debate el significado exacto del nombre Yahweh lo seguro es que expresa la idea de autosuficiencia y autoexistencia. El vocablo enfatiza a Dios como la fuente primigenia de toda existencia, poder y vida. Dios es la primera causa, el origen iniciador de todo. La gran fuente de energía, fuerza, pensamiento, vitalidad y vida. Él no debe su existencia a nada ni a nadie. Él es el generador de todo. Él es el autoexistente y también el Dios que siempre cumple su voluntad. Es el Dios que no necesita presentación y no necesita de nada ni de nadie más para hacer algo o cumplir con sus designios. Lo que Él decide, Él lo hace. Y lo hace, a su tiempo, a su manera, en sus formas y sin que nada pueda interferir en sus propósitos. Él se reveló con este nombre como el gran Yo soy, diciendo “yo soy el que soy” que también podríamos ampliar diciendo que “yo seré el que seré” o “yo fui el que fui”. Porque Yahweh es el siempre presente. En el más remoto pasado, Él ya estaba ahí haciendo, estableciendo, dirigiendo. En el más alejado futuro, el también estará allí diciendo “Yo soy el que soy” y cumpliendo sus designios. Por eso, otra traducción que podríamos hacer del tetragrámaton, más libre y apelando al significado de una existencia sin límites, es la expresión “El Eterno”. Entendiendo esta como la idea del Ser Supremo que siempre está presente en cualquier tiempo, porque tiene vida inagotable en sí mismo.

Este Dios es el que se apareció a Moisés para redimir un pueblo y hacerlo suyo. Nada pudo impedir que cumpliera esos designios y el antiguo Israel puedo conocer a ese gran Yo soy por experiencia cuando vio todas las manifestaciones del magnífico Yahweh que se movió en su historia. En las Sagradas Escrituras, Yahweh es el Dios de la existencia propia y es también el Dios del pacto con su pueblo.

Es interesante saber que sólo durante el Día de la Expiación, una vez al año, le era permitido al Sumo Sacerdote judío pronunciar en el Lugar Santísimo del templo el nombre inefable del tetragrámaton YHWH. Mientras afuera, todo el pueblo caía sobre sus rostros, diciendo: “Bendito sea Su nombre, cuyo Reino glorioso es por los siglos de los siglos”. Recordemos que, el Nuevo Testamento, narra que cuando Jesús se reveló como YO SOY quienes iban a prenderle retrocedieron y también cayeron a tierra sobre sus rostros (véase Lucas 1:31, 33; Juan 18:6).

Repasemos, ahora, algunos pasajes donde se utiliza este nombre de Dios:

Éxodo 3:14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

Éxodo 6:2-6 Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes

Éxodo 34:5-7 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová.  Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

Malaquías 3:6  Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.

El Gran YO SOY, ese gran Dios liberador y que tomó a Israel de la esclavitud en Egipto para hacerla su pueblo bajo el Antiguo Pacto, es el mismo que hoy ha hecho otro pacto con el nuevo Israel, la Iglesia. Un Nuevo Pacto sobre grandísimas y preciosas promesas. Dios sigue siendo Él mismo, el que no cambia, el que siempre está. Él nos ha rescatado de la esclavitud del Maligno, del pecado y de la muerte. ¡Él cumplirá cada una de sus promesas, porque Él es fiel y nunca dejará de existir! ¡La tierra y el cielo pasarán, pero nuestro Dios estará allí siempre para cumplir sus palabras y darnos todo lo que nos ha prometido! ¡Qué nuestra fe no falle, confiemos siempre en el Gran Yo Soy!

¡Qué la gracia y la paz de Dios sea sobre su vida!

En Cristo,  Julio Fernández